null Santiago Kassem: “La ansiedad es un síntoma que deriva de la insatisfacción personal”

Santiago Kassem: “La ansiedad es un síntoma que deriva de la insatisfacción personal”

Santiago Kassem es médico psiquiatra. Ha sido jefe de la Unidad de Hospitalización Breve de Psiquiatría del Hospital Universitario La Paz durante más de 30 años. Actualmente, es el director médico del Centro Kassem, fundado por él mismo en 1988 y donde sigue recibiendo a sus pacientes. En esta entrevista, subraya la importancia de la relación médico-paciente, de llevar a cabo una buena historia clínica e invertir tiempo en dialogar con el enfermo.

Usted cuenta con una dilatada trayectoria en el estudio de la ansiedad, ¿están aumentando los niveles de ansiedad en los países más desarrollados? ¿A qué cree que se debe?

La ansiedad es un síntoma que deriva de la insatisfacción personal con lo que uno tiene. Estamos sometidos a muchísima competitividad e incertidumbre frente al futuro. Sin embargo, a las personas nos gusta tener controlados una serie de aspectos de nuestra vida que no siempre somos capaces de tener atados. En lo personal, cuesta mucho gestionar tu vida porque, a veces, te falta seguridad en algunos ámbitos. Por ejemplo, encontrando un trabajo que te permita vivir autónomamente.

La ansiedad es un síntoma inherente a muchas circunstancias de la vida: enfermedades, desgracias, problemas … Es una manera de reaccionar ante las cosas. Es la expresión de un conflicto que tiene la persona.

¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?

La ansiedad se puede vivir de muchas maneras. Hay una vertiente más psicológica en la que la persona siente intranquilidad, desasosiego, nerviosismo, tensiones musculares, contracturas en el cuello, rigidez… También existen síntomas más fisiológicos como dolor de estómago, tensiones elevadas, palpitaciones…

¿Cómo se diagnostica la ansiedad?

En muchas ocasiones, se diagnostica hablando con el paciente y viendo cómo vive sus preocupaciones, si tienen una relación causa-efecto y su forma de reaccionar ante ellas. A veces, la reacción está justificada y su grado de preocupación está en consonancia con aquello que lo produce. Entonces, se tiene que enseñar al paciente a gestionar esa ansiedad de otra manera para evitar que le genere tanto desasosiego y malestar.

Cuando un síntoma o un estado consigue que la persona se sienta mal y no pueda vivir cómodamente su vida, ésta deberá intentar pedir ayuda. Podrá acudir al médico de Atención Primaria que intentará solucionarlo. En caso de no poder, lo derivará al especialista.

¿Cómo se trata la ansiedad?

El tratamiento farmacológico es lo más inmediato pero que no debe ser exclusivo porque el fármaco trata el síntoma, pero no soluciona las causas.

También hay que determinar si la ansiedad es un síntoma de otra patología. Si es así, habría que buscar fármacos más específicos y llevar a cabo una psicoterapia más enfocada a analizar por qué vive las cosas de esa manera y restructurar su forma de pensar para que la gestión de sus problemas sea lo menos dolorosa posible.

Usted decidió formar parte de la Red Sanitaria de Salup, una iniciativa que el Grupo PSN está poniendo en marcha para impulsar un modelo diferente de aseguramiento sanitario. ¿Qué fue lo que más le atrajo de Salup?

En mi opinión Salup supone un proyecto novedoso en el sistema de atención médica. Pretende, además proporcionar una atención más personalizada, acercándose a lo que ha sido siempre el modelo tradicional del médico de cabecera.

Este modelo resulta imprescindible en un momento en que, por diferentes razones, tanto el sistema nacional de salud, como las compañías de seguro privado que existen en la actualidad, están masificadas, lo que impide una atención cercana y personal del paciente y dedicarle el tiempo que sería deseable y necesario.

Otro tema a tener en cuenta es la intención de Salup de dignificar la figura del profesional sanitario, tan deteriorada por diversos motivos en los últimos años.

¿La Medicina ha sido algo vocacional para usted?

Si no fuera así sería imposible estar navegando entre las penas y los dolores de la gente. Tienes que tener la sensibilidad necesaria para ello.

Siempre he querido ser médico. No me cabía en la cabeza ser otra cosa. Decidí hacer psiquiatría por Vallejo-Nájera e hice la especialidad con él. Era una oportunidad que no podía perder. Fue un gran maestro. Me ha enseñó mucho de psiquiatría y de otros ámbitos: de la vida, de cómo abordar el sufrimiento de las personas y no ser solamente un técnico. El médico tiene que ser mucho más que eso y estar abierto a todas las sensibilidades de la persona que tiene en frente.

¿Qué momentos son más difíciles en la profesión médica?

La psiquiatría es una especialidad que permite al médico entrar de una forma más integral en la persona y no solo abordar la enfermedad del paciente. Todo sufrimiento, igual que toda enfermedad -cáncer, infarto de miocardio, esclerosis múltiple y depresión…- se instaura en la persona y cada individuo responde de una manera diferente.

De hecho, estuve en la Paz durante muchos años tratando a los pacientes que estaban ingresados en el hospital aquejados de diferentes dolencias: neurológicos, oncológicos, cardiológicos… y estos enfermos necesitaban un soporte para sobrellevar su sufrimiento: desde un mal pronóstico de la enfermedad a la expectativa de que su vida tiene fin a corto plazo. Les ayudaba a asumir una situación desfavorable con toda la tranquilidad posible.

¿Les ayudaba a prepararse para la muerte?

En algunos casos. Hay personas que asumen el final con mucha más naturalidad de lo que uno cabría esperar. En ocasiones te dejan asombrado. A veces, han sido los propios pacientes los que han tenido que darme ánimos a mí. He tenido casos especialmente dramáticos: gente muy joven, con niños pequeños… es un mal trago.

Dentro de lo que significa que el paciente muera, tienes la satisfacción de haberle ayudado en los momentos más duros. Durante años, se ha tendido a minimizar la comunicación de los diagnósticos desfavorables. En muchas ocasiones, la familia lo sabía, pero el paciente no contaba con toda la información con el fin de que albergase algo de esperanza… Hoy en día, la mayoría de los médicos son partidarios de hablar a los pacientes con claridad precisamente porque estos demandan que les cuenten las cosas tal y como son.

¿Es fácil gestionar las emociones en esos momentos?

No. Es muy difícil. Yo creo que es el lado oscuro de la Medicina, con el que tenemos que convivir. Transmitirle a un paciente una mala noticia es dramático para el médico por poca sensibilidad que tenga. Y afortunadamente, la mayor parte de los médicos tienen esa sensibilidad.

Somos de carne y hueso. Como me recomendaba Vallejo-Nájera, a veces tienes que darle la vuelta a la mesa y tratar de imaginarte cómo siente ese paciente la enfermedad y qué recursos tiene él -y no tú- para gestionarla y enfrentarse al problema. El acercarse al paciente se está perdiendo hoy en día.

¿Se está perdiendo la relación médico-paciente?

Yo creo que sí porque los médicos estamos abandonando el contacto con el paciente. Hoy día, un paciente va a la consulta, le prescriben una serie de pruebas y le citan al cabo de un mes. Las pruebas son importantes, pero no dejan de ser algo complementario.

El médico debería de sentarse, hablar, escuchar, saber qué le preocupa al paciente y qué sentido tiene su preocupación… También es imprescindible conocer si esa preocupación tiene algún fundamento y si no es así, tenemos que hacerle ver que no tiene mayor importancia…. Todo esto es comunicación y diálogo con el paciente. 

Escribe un comentario

Tu comentario será revisado por nuestros editores antes de ser publicado. Tu email nunca será publicado.

Este campo es obligatorio.