Luis Sirvent es máster en Psicología Clínica. En la actualidad desarrolla su carrera profesional, en la clínica CADE Valencia. Acumula más de 15 años de experiencia en la que disfruta ayudando a sus pacientes, en la mayoría de los casos, niños y adolescentes. Confía en la necesidad de mejorar la educación emocional y lo pone en práctica día a día en su consulta. En esta entrevista habla del TDAH, de sus diferentes presentaciones y pone el foco en como la psicología puede ayudar a los niños con esta patología a entender y manejar mejor sus emociones.
¿Qué es el TDAH?
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo. Según la hipótesis actual, los niños con esta patología presentan una hipoactivación cortical en unas áreas determinadas del cerebro. Al no tener la suficiente activación cerebral en esas áreas, necesitan una mayor estimulación ambiental y son más movidos que otros niños.
Presentan tres características principales: déficit de atención, hiperactividad e impulsividad. También es cierto que un niño pequeño, con 3 años, es por definición inatento, hiperactivo e impulsivo. Por eso, cualquier niño con esa edad podría ser diagnosticado con TDAH. Esa es la principal razón por la que tenemos que esperar hasta los 6 años para establecer un diagnóstico.
¿Cuántos tipos de TDAH existen?
Existen 3 tipos de presentaciones:
- Presentación predominante con inatención: El paciente muestra inatención, pero la parte de impulsividad e hiperactividad no cumple con todos los criterios.
- Presentación predominante hiperactividad e impulsividad: Predomina la hiperactividad e impulsividad, pero el paciente no cumple todos los criterios del déficit de atención.
- Presentación combinada: El paciente muestra la triada diagnóstica: impulsividad, la hiperactividad y el déficit de atención.
¿Cómo reconocer si un niño tiene TDAH?
Los padres tienen que empezar a sospechar cuando observen muchas alertas: cuando en el colegio el niño no se adapta y su comportamiento es incontrolable. Si también afecta a otras áreas como la social y la familiar, además de impedir el desarrollo de su vida diaria. En ese momento, los padres deben de buscar ayuda.
¿Cómo se diagnostica el TDAH?
El TDAH puede diagnosticarlo un pediatra, neuropediatra, psiquiatra o psicólogo clínico. Para hacer un diagnóstico es necesario observar qué características presenta: déficit de atención, hiperactividad e impulsividad.
En mi opinión, hoy en día existe un sobrediagnóstico. Se necesita ser muy cuidadoso, porque se podría etiquetar con TDAH a niños que solo tienen un problema de madurez, que son altamente sensibles, problemas de conducta, sobreprotección u otras características de personalidad.
Lo que realmente me indica la presencia de un trastorno es que el niño no mida las consecuencias que tienen sus conductas. Que no exista la inhibición en ciertas conductas que debería existir. Debemos de tener en cuenta, a la hora de diagnosticar un TDAH, saber si realmente tiene un problema de madurez, un problema de sobreprotección, un trastorno de la conducta.
¿Cómo la psicología puede ayudar a mejorar un niño con TDAH?
Cuando diagnostico a un niño con TDAH, lo derivo al psiquiatra, pero paralelamente, es recomendable trabajar con el niño y los padres la parte psicológica y conductual. Es importante que los padres también entren a la consulta porque, a veces, es necesario que cambien determinadas actitudes y algunas maneras de relacionarse con su hijo. Por mi propia experiencia el trabajo conjunto con los padres y el hijo ayuda mucho a poder enfocar al niño.
Los padres de niños con TDAH tienen que establecer límites claros a sus hijos. Es necesario que tengan también las rutinas establecidos porque cuando no saben lo que tienen que hacer es cuando peor se encuentran.
La psicología puede ayudar a los niños con TDAH a entender y manejar sus emociones. No saben por qué no pueden controlar determinados impulsos que el resto de los niños sí son capaces de dominar. Según van creciendo, empiezan a ser conscientes de que con les cuesta más esfuerzo ejecutar determinadas tareas. A veces, se encuentran rodeados de mensajes negativos en el colegio, en casa, de compañeros… también les acaba afectando.
Más allá del TDAH, ¿cuánta importancia tiene los primeros años para todos los niños?
Mucha. Los niños, hasta los 6 años, son esponjas. Tienen a sus padres como figura de referencia. A partir de los 7 años otros amigos e ídolos empiezan a influenciarles también hasta llegar a la adolescencia donde los padres han dejado de ser la figura de referencia.
Los padres pueden influenciarle especialmente en la primera etapa porque en esta fase, el cerebro es muy plástico y la curva de aprendizaje es muy alta. Por eso, es importante que los padres sean un modelo a seguir con sus actos, que fomenten la comunicación, que sean firmes a la hora de enseñarles a tolerar la frustración y que es necesario respetar las normas.
Muchos padres se ven superados por la etapa de las rabietas, cuando con 2 o 3 años el niño llora y se tira por el suelo. En ese momento muchos padres no saben qué hacer, mi recomendación es no hacer absolutamente nada, hay que ignorarles, pero cuando se calma y está tranquilo, encuentra consuelo y recibe atención. Los padres tienen que tener en cuenta que llorar es una expresión de las emociones, pero parece que no está bien visto en la sociedad el llanto.
¿Y qué ocurre en la adolescencia? ¿Saben los padres gestionar a sus hijos adolescentes?
Los padres no siempre saben utilizar las herramientas necesarias para gestionar bien la adolescencia de sus hijos. Además, hoy en día, esta etapa se ha complicado muchísimo más por la gran presencia de la tecnología en nuestras vidas y la falta de educación emocional.
Nuestros hijos tienen una muy buena educación académica y muchísima información, pero la educación emocional cada vez es peor. Pasan muchas horas con la tecnología, sin relacionarse con otros jóvenes y al final, no es más que el reflejo de sus padres, que no hablan, están siempre con la televisión encendida pendiente de los móviles. Se ha perdido la comunicación y nos olvidamos de compartir las emociones.
La comunicación emocional debería trabajarse en casa y en el colegio. No enseñamos a nuestros hijos a esperar. Vivimos en una sociedad en la que todo es inmediato. También es importante que los padres enseñen a sus hijos a ponerse en el lugar del otro, a tener empatía porque, en los últimos años, los adolescentes tienen una baja tolerancia a la frustración. No están acostumbrados a recibir un “no” no por respuesta.
Tenemos una tendencia a proteger a nuestros hijos del sufrimiento durante toda la infancia y, después, cuando llegan a la adolescencia, pretendemos que sean responsables y sepan afrontar las dificultades. Se necesita una trayectoria emocional. Es imprescindible educarlos desde pequeños. La responsabilidad debe ser algo progresivo. En muchas ocasiones, la falta de responsabilidad y autonomía se camufla con trastornos psicológicos.
¿La Psicología ha sido algo vocacional para usted?
Siempre he querido ser psicólogo. Es un trabajo muy vocacional. Me gusta saber cómo piensan y se comportan las personas. Al final te das cuenta de que todos somos muy iguales: queremos estar bien con nosotros mismos, con nuestro ambiente y familiares.
¿Qué momentos son más difíciles en su profesión?
Los momentos más duros los he vivido en el mundo infantil, cuando mis pacientes habían sufrido abusos sexuales o agresiones. Es desesperanzador ver como la inocencia de un niño se ve corrompida.
¿Cómo se gestionan las emociones en esos momentos?
Las emociones son difíciles de gestionar. Lo haces gracias a tu profesionalidad y a la experiencia. Es necesario que el psicólogo se mantenga en su papel, pero el paciente tiene que sentir acogimiento.
¿Cuáles son los momentos más gratificantes?
Es especialmente gratificante el momento en el que le das el alta al paciente, cuando está bien y no tiene la necesidad de volver. Eso significa que les has ayudado.
Forma parte de la Red Sanitaria de Salup. ¿Qué le atrajo de este proyecto que está impulsando el Grupo PSN? ¿Es necesario un modelo así?
Me gusta especialmente que se recupere la filosofía de Salup, en la que se recupera la figura del médico de cabecera como Médico Personal, que sea tu responsable de salud. Veo importante que tenga toda la información y sea capaz de recopilar y casar todos los diagnósticos. Creo que un problema que está teniendo la Medicina en la actualidad es la superespecialización. Considero imprescindible que alguien tenga una visión global del paciente.
También me gusta que la historia clínica que yo escribo, la vea el resto de profesionales sanitarios si el paciente lo autoriza. Esa visión integral es la que muchas veces ayuda a diagnosticar enfermedades que generan síntomas en muchas especialidades.
Escribe un comentario
Tu comentario será revisado por nuestros editores antes de ser publicado. Tu email nunca será publicado.